Infancias reales en los libros ilustrados




En “Como una novela”, Daniel Pennac habla de las infancias lectoras como un “público despiadado y excelente”:


“Desde el comienzo él es el buen lector que seguiría siendo si los adultos que lo rodean nutren su entusiasmo en lugar de poner a prueba su propia idoneidad, si estimulan su deseo de aprender en lugar de imponerle el deber de recitar, si lo acompañan en su esfuerzo sin contentarse con esperar el resultado, si consienten en perder veladas en lugar de tratar de ganar tiempo, si hacen vibrar el presente sin esgrimir la amenaza del porvenir, si se rehúsan en transformar en carga lo que era un placer (...)” (p. 61)



Pennac critica con dureza la imposición de la lectura y sostiene que el verbo “leer”, como el verbo “amar” o el verbo “soñar”, no soportan el imperativo. 

Basta con conocer la historia que nos relata, de una madre y un padre que leen a su hijo desde muy chiquito y generan en él un placer insaciable por la lectura. Tanto es así, que luego terminan padeciendo sus exigencias de leerle y repetir hasta el cansancio su cuento favorito durante las noches… ¿Por qué niñas y niños quieren escuchar siempre, de nuevo, el mismo cuento? ¿Es que nunca se cansan?


“«Más, más» quiere decir algo así como: «se requiere que nos amemos, tú y yo, para estar satisfechos con este único cuento, indefinidamente repetido». Releer no es repetirse, es dar una prueba siempre nueva de un amor infatigable.” (p. 63)


Pennac nos cuenta que, con el pasar del tiempo, el niño finalmente se alfabetiza y su familia respira aliviada, ya que asume que él mismo se leerá sus propios cuentos. Y, entonces, lo abandona a su suerte. 

Luego, aparecerá el dogma en la escuela: hay que leer. Y la lectura por placer será dejada de lado. Su familia se sumará al dogma y le exigirá al niño que lea. Pero no lee, así que le prohibirá la televisión.

¿Cómo sigue la historia? Es una historia de desamor por la literatura. Una historia en la que puede sentirse identificada cualquier persona. 


Las personas adultas tenemos una enorme responsabilidad en el recorrido lector de las infancias. Pero es evidente que no tiene sentido esperar que les niñes se relacionen placenteramente con la lectura a partir de una imposición. 

¿Cómo podemos ayudar a fortalecer ese vínculo con la lectura? ¿Qué libros elegir? ¿Las nenas sólo quieren princesas y los nenes superhéroes? 


Tenemos muchos ejemplos de libros con los que les niñes empatizan, aún sin tener personajes estereotipados o de dibujos animados. 

Lo que tienen, seguramente, sean situaciones, palabras, escenas que les convocan, sea porque se identifican, o no necesariamente. Puede ser que simplemente les inviten a dejar volar su imaginación, a pensar, a sentirse mimados. 

O, también, puede suceder que encuentren en la lectura algo acerca de sí mismos, algo de lo más profundamente niño.


Vamos los hombres y mujeres al diccionario para saber acerca de las palabras, y a los libros de ciencia para saber de ciencia, y a los diarios y periódicos para leer las noticias de último momento, y a las carteleras de cine para saber qué películas pasan. Pero ¿a qué sitio vamos para saber acerca de nosotros mismos? (Andruetto, 2008)


Según María Teresa Andruetto, les lectores vamos a la ficción para intentar comprendernos, para conocer algo más acerca de nuestras contradicciones, acerca de lo más profundamente humano. Es el relato de ficción el que viene a decirnos acerca de nosotros de un modo que aún no pueden decir las ciencias ni las estadísticas.


A continuación elegimos tres libros que, creemos, nos hablan desde ese universo niño.


Niñe que explora


Liliana Bodoc y Viviana Garofoli, por ejemplo, nos muestran bellísimamente el mundo de la niñez, en su cuento “Simi tití mira el mundo”.

El protagonista es un monito que juega todo el día en la selva, y que tiene mucha intriga por usar anteojos, ya que los usan muchos otros monos. Su mamá no lo deja probárselos, ya que no son para sus ojos. Pero, como venimos diciendo, las prohibiciones habilitan la curiosidad… así que Simi Tití desobedece a su madre y se prueba los anteojos de distintos integrantes de su familia. Y es acá donde comienza la magia, la poesía, la emoción.

¿Cómo será ver como ven los otros? ¿qué ve Simi Tití con sus ojos de niño? ¿Cómo vemos nosotres las cosas? 

Sin darnos cuenta, al terminar el cuento sentiremos que esta historia nos abrazó con fuerza.






Niñe que juega


Otra autora que nos lleva al interior del mundo niño es Graciela Montes. Si bien lo logra con muchos de sus cuentos, queremos compartir especialmente “Clarita se volvió invisible”, que cuenta cómo una niña juega con su imaginación.

Clarita decide a qué jugar y lo hace. Entonces su madre también juega... ¿o no la ve por ningún lado? El caso es que a Clarita ser invisible le divierte un montón y aprovecha para hacer esas cosas que su mamá no la dejaría hacer… si la estuviera viendo.

María Lavezzi ilustra estas escenas magistralmente, haciendo su parte para que la historia surja su efecto, en gran complicidad con la escritora.





Niñe que piensa


Otro libro que nos habla desde una voz niña es “Petit, el monstruo”, escrito e ilustrado por la maravillosa Isol.

Petit intenta entender y responder la pregunta que le hace su madre, luego de tirar un jarrón al piso: “¿cómo puede ser que siendo un niño bueno, a veces hagas cosas tan malas?” A Petit no le resulta fácil entender eso, porque hay situaciones muy complejas. Por ejemplo, ¿por qué sintió pena cuando la maestra puso en penitencia a un niño que se estaba portando muy mal? ¿Por qué se saca buenas notas en lengua y malas notas en matemática? ¿Será que se puede ser bueno y malo a la vez? ¿Cómo puede ser eso?





Finalmente, Petit va a ensayar una respuesta para su mamá. Una respuesta que lo llevará a cuestionarse a él mismo y - por qué no - a su madre.


Lejos de ser una lectura moralizante o ejemplificadora, Isol genera un diálogo que nos interpela, nos moviliza, nos acompaña y nos invita a reflexionar.




La literatura infantil y juvenil es tan literatura como la de les adultes. 

Las lecturas nos abrazan. 

Regalemos/regalémonos libros🧡.



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